¿Aliados o enemigos? Las dos caras de la moneda.
Emprender (desde nuestra experiencia) te ayuda a ganar confianza, ya no solo crees en ti, sino que también crees en tu proyecto, en las decisiones que tomas… Te ayuda en mil aspectos más, te conoces muchísimo porque pasas mucho tiempo a solas con tu cabeza, además de que llegas a conocer tus límites y hasta donde eres capaz de llegar. Ahí empezamos a ver la otra cara.
Cuando decides comenzar con la gran aventura que resulta ser autónomo todo te parece bien y eso, no es bueno.
- No te importa que te hable un cliente fuera de horas, porque tienes miedo de que si no respondes lo pierdas. Y quieres dar una atención sin fisuras.
- No te importa hacer horas extra porque estás ilusionado con tu proyecto y no te importa dar “un poquito más”
Pero esos pequeños detalles a los que al principio no les pones atención y que salen de ti casi de manera automática, empiezan a hacer una bola que llegados a cierto punto puede hacerse muy grande y descontrolarse.
Pasan los meses y aumenta el trabajo y, con ello, el cansancio, esa banda ancha que le has dado a los clientes de estar disponible prácticamente las 24 horas del día te empieza a pasar factura porque tu cabeza está más saturada y necesitas una desconexión que no eres capaz de tener. Estamos muy acostumbrados, o más bien, muy mal acostumbrados a tener normalizado el estrés. Y es algo que realmente no tiene muchos efectos, pero que puede desencadenar en problemas mayores. Con el estrés, llega la ansiedad, la presión, el agobio de sentirte en un bucle del que no puedes salir. Y ahí es cuando el emprendimiento saca su carácter de enemigo.
Conclusión, da el 100% en todo. Esfuérzate en tu proyecto, esfuérzate con tus clientes, pero también esfuérzate en tener descanso y en marcar límites.